DE MIEDOS Y COBARDÍAS

Estando frente a una piscina, acostada en una asoleadora, con el sonido del mar de fondo y la brisa salada pegándome en la cara, lei en mi libro de la temporada lo siguiente,

"Hace falta mucho valor para dejarse amar sin reservas. Un valor que es casi heroísmo. La mayoría de la gente no puede dar ni reibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso. Le da vergüenza entregarse a otra persona y más aún rendirse a ella porque teme que descubra su secreto... el triste secreto de cada ser humano: que necesita mucha ternura, que no puede vivir sin amor... No hay nada más de lo que avergonzarse en la vida, excepto de la cobardía., que hace que uno no sea capaz de dar sentimientos o no se atreva a aceptarlos, Es casi una cuestuón de honestidad, de honor. Y yo creo en el honor. No se puede vivir con deshonor"

(Sandor Marai, La mujer Justa)

Y coincidencialmente, alguien esta semana pregunto al viento "Es lo mismo la cobardía y el miedo?"

Y llevo días pensando en eso. El miedo te paraliza y te vuelve cobarde. Con miedo no arriesgas, te escondes y huyes. Pero si defines luchar contra el miedo, vencerlo, superarlo, dejas de ser cobarde porque actúas.

Ahora, ¿uno se arrepiente cuando actúa cobardemente? Lo más seguro es que sí. Pero la vuelta atrás es más complicada. No creen que se oye medio ridículo llamar al tiempo y decir "Oye, mira, tenía miedo, por eso no me arriesgué. Pero hoy -mucho tiempo y mucho daño después- me doy cuenta de que sí estoy dispuesto"

Lo más seguro es que te respondan que el tiempo ya no es ahora, que era antes. Yo en lo personal lo he hecho. Too late, sorry. Después de las ilusiones rotas no hay mucho qué retomar. El tiempo es AHORA, porque se pasa, se pierde, deja de ser.

¿Qué queda? No dejar que se pase el ahora. Es lo único. Que la cobardía no sea el motivo que te impulse a hacer las cosas.