Y se esforzaba para que eso pasara. Era casi que la mujer perfecta. De esas que todos dicen "ella sería la mamá de sus hijos". Buscaba el equilibrio, ni tanto que asuste, ni tan poco que aburra. No se las daba de lista, pero no se dejaba tildar de boba. En las citas comía lo necesario para que el hombre pensara "Qué bueno una mujer que coma", pero paraba justo antes de llegar el punto de pasar por una 'marrana'.
Era linda. Sabía caminar, coquetear, maquillarse, mirar, besar, hablar.
Pero algo pasaba. Dos fechas, dos citas y luego nada. Era como si se los tragara la tierra. Todos iniciaban con un gran interés, llamadas, invitaciones y de resto, nada. Es como si ninguno de los tipos fuera capaz de darle algo más de un beso.
¿Qué pasaba? Todos tejían teorías sobre el asunto. El grupo de amigas no entendía.
- Eso es que los tipos son idiotas y se asustan con una vieja como tu...
- Es que se dan cuenta o saben que estás desesperada buscando novio
- Ay, eso es porque el que no muestra no vende
- Es que le pones mucho misterio a salir con los manes....
Todas las apreciaciones, llegaban a la misma conclusión: se estaba usando la estrategia equivocada. Pero era lo único que conocía. Al final de cuentas, ella no fingía. Así era ella: todo en sus justas proporciones.
Así que definió que el problema no era de ella, sino del mundo masculino que no la entendía. Simple. Dejó de salir. A todo le decía que no. Dejó de importarle el asunto de tener a alguien que la quisiera, de tener un novio. Llegó el momento en que se olvidó del tema.
Hasta que un día, desapareció.
¿Seguramente nunca han pensado que son nuestros deseos los que nos mantienen vivos?